viernes, 8 de marzo de 2013

Buena salud


Hoy día que llevo mal; en el pie izquierdo, hace llevar en el viaje del recuerdo ¿cuantas veces estuve y estoy siendo atendido por médicos y enfermera? A decir verdad mi vida hasta este momento que me acompaña; siempre he sido presa de algún mal. Tal es que, tal vez a mi padres he llevado a la quiebra, soy el único hijo que le pone en aprietos, económicamente; pues de la pobreza que teníamos llegando a ser más pobres (eso no le impidió que mi padre siguiera luchando por mi) pues no quiso que uno de sus hijos muriera tan joven. Lo digo esto porque no quiso que le amputara mi pierna izquierda. No vasto con una sola enfermedad a mi cuerpo, desde el primero hasta el segundo, vino más y no sé cuántos más vienen.

A los cinco años una extraña enfermedad, ha hecho presencia en mi cuerpo, un extraño prolapso rectal. La verdad a esa edad no podía cagar y desde ahí estuve cagado para toda mi vida. Papa´ como se dedicaba a la crianza de ganado vacuno, haciendo engordar, vendió para que me dan una cura; teníamos que viajar del pueblo a la gran capital. La cual también fue mi primera vez que llegé a esta ciudad horrible, ahora es peor. Pues se iba pasando una transición de un gobierno, catastrófico, a uno más violento. Y que se iba a esperar, había los coches bomba, y dinero que en manos de mi padre era un montón, pero los toros vendidos no alcanzó para nada; vivir en Lima por unos cuantos días era caro. Peor aun cuando a un “Chino” le dio la locura de cambiar la moneda y cambiar la carta magna, el famoso fujishok. Y el montón de billetes se esfumaron de sus manos, quedando vacíos a los pocos días que llegamos a la capital. Se esfumo, y nos quedamos sin nada para poder regresar a casa. Un tío presto dinero. Tenía que regresar al hospital. El dolor me atormentaba, me tortura, pues no podía defecar.

Pues vendió un par de toros más y de regresamos, al hospital del niño, pues ahí encontraron la cura para dicho mal, se hicieron el análisis para una pronta operación, lo cual teníamos que volver dentro de un mes más. Fue largo esos treinta días, cada día, cada semana y el dolor que jodía. Son treinta días; mas tortura, y aguantarse. Llegó ese día, si, por fin, al quirógrafo. El dolor de la operación fue menos, que el dolor que ha acompañado durante cinco meses. Al mes del post operatorio, volví a ser el niño de antes, él travieso y la recompensa: que mi padre me salvo. Obtuve el primer puesto en la primaria. Pero no había acabado la saladera para mí, y por tener la liberta y el de vivir en una infancia sin prohibiciones. Faltando poco para cumplir los seis años y jugueteando en la pequeña represa de riego. Me partí la frente, caí tres metros de altura, y empapado de sangro, mi madre me llevo. Ella con siete meses de gestación, y caminando cuatro kilómetros, hasta llegar a la casa de una enfermera que hacía de médico a la vez , quedando con una cicatriz, lado derecho de mi frente , ocultando con mis cabellos. Hasta ahí la suerte de una buen salud que no la tuve.



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