EL LOCO ALLICO Y MI PADRE
I
Alejandro , loco Allico, se puso así, al no pasar la última prueba que el diablo le encomendó, de castigo le condeno a una locura. Mi padre nos contaba que era un hombre trabajador y conquistador de mujeres. Él quería ser más, tener dinero. No pudo pasar la prueba final que él diablo le propuso. Condenado por su locura, él cargaba piedras para llevar a su casa, estas piedras tenían un particular, ser de forma de lenteja y de alguna manera un rostro. Sus herramientas, un clavo de cuatro pulgadas, mas una talega, con la cual transportaba las piedras desde el más lejano lugar a su casa que se ubicaba en la Av. Teodoro Ore, pues no era ofensivo, y a quienes le pedían, porque el de su locura el respondía “ que le falló al maestro”. Mi padre también me conto que este loco. Andaba descalzo, si, sus pies desnudos pero que el caminar , y por muchos años ya habían dejado marcado, eran surcos que el tiempo ha dejado ya su huella. Mi padre en su adolescencia, solía jugar con el tipo, pues le consideraba un buen hombre, al ser el hijo de Don David C. decía mi padre, que dando consejos para conquistar a las bellas muchachas de Apata, y mi padre tomaba bien la recomendación y se lo aplicaba, como resultado positivo. Pues entre él y el loco hubo respeto. Cuando le pregunté qué hacía con las piedras en su casa, mi padre respondió “escarbaba la tierra lo enterraba, con sus pies danzaba, no le importaba si había algún objeto que le dañaría sus piernas. Sus piernas tenían más cicatriz que el resto de su cuerpo.
II
Mi padre un conquistador, por ello le dieron como sobre nombre “el Cuy” pues en cada pueblo tenía una enamorada, y nos decía que ninguno de sus hijos ha salido a él. Un día estando en el colegio “Ramón Castilla”. A una muchacha de un grado menor le había hecho una cita, ella acepto. Mi padre le citó para que se encuentre en el puente que une su pueblo con el que estaba ubicado el colegio, la distancia en estos dos pueblos es de cinco kilómetros. Pero la muchacha le dijo, que ahí no se pueden ver, porque su padre iba a estar por ahí en su sembrío de maíz. Ella le planteo un lugar solitario , donde no habrá ninguna persona más que si almas descansando, en la eternidad mi padre acepto, pactaron la hora y como saber que ella estaba ahí y mi padre.
III
Mi padre se adelanto, a la cita, pues era época de guinda, y en el lugar que habían quedado para su encuentro de romance, pues se subió al árbol que estaba maduro las guindas, y comenzó pues a degustar, él contento pues la mozuela, era la chica más bella que había en todo colegio, de piel blanca ojos pardos un cuerpo esbelto, que mas para un hombre trigueño que fue mi padre. En eso, mientras que se encontraba en su guindal, llega a escuchar un eco, pues que a un inicio no le importo, creía que el viento está trayendo de algún lugar, pero el eco no cesó, en eso se hizo idea de lo que su madre le contaba; sobre condenados jarjashas, sobre caballos blancos y en su cabeza llevaba otra la de un humano. Esta idea tenía en la cabeza, la cita pactada con la muchacha era en el cementerio general de Apata. “Ahí nadie nos van a ver” le dijo la joven. Pero en ese momento que estaba mi padre solo había un eco, que cada vez era más fuerte. Mi padre no supo qué hacer. Se armo de valor bajo del árbol para emprender una retirada, al estar en tierra siente que alguien le agarra de los brazos, mi padre ese momento se sonrojo y comenzó a sudar frio, abría la boca para dar un grito, pero él sentía que no tenía fuerza, pues hacia el esfuerzo, pero nada, cerrando sus ojos dio un giro a ver quién era, pues al abrir los ojos, se dio con la sorpresa que una cruz grande es el que estaba en su espalda.
Su susto paso, el eco, no. Ya con valor y cogiendo una piedra comenzó a buscar de donde venia la voz, con toda sutileza logra a ubicar. Un nicho antiguo, se encontraba abierto la lapida, y sobre el ataúd un cuerpo, su cuerpo de mi padre se encrespo y volvió a sudar frio y ahí si grito fuerte, “! Mamaamamama!” y el loco Allico. “déjenme dormir” y al ver, se percato que los pies esta con los cicatriz, que la única persona que puede tener es Alejandro, mi padre le hablo “Allico, que haces ahí” y el loco le respondió: “aquí descansando Adolfito”. Mi padre con el susto, se enrumbo dejando plantada la cita con la joven.